A antiga Pizzería Ariel, que pertenceu a Américo Abarno Camacho situava-se na Calle Uruguay, nº 886, Salto, Uruguai - Década de 1940. Foto: Acervo de Américo Abarno Espinoza |
No dia 22/03/2015 faleceu, aos 74 anos, Néstor Abarno Mendéz (Cacho), filho do fundador da Pizzería Abarno, Don Américo Abarno Camacho, que deu continuidade à longa história familiar no ramo da gastronomia na cidade de Salto, Uruguai. Néstor era bisneto de Carlos Abarno (Carlo Abarno), nascido na cidade de San Fele, Itália.
Com suas palavras, o amigo Angel Frioni Longa comunica a partida de Néstor em sua página no Facebook, além de apresentar um texto de sua autoria, recordando os velhos e bons tempos da Pizzería Abarno, que foi publicado na página Reconstruyamos la Memoria de Los Salteños:
“QUIERO COMPARTIR UNA NOTICIA QUE LEÍ EN LOS DIARIOS DE SALTO- FALLECIÓ EL CACHO ABARNO - ¿QUIEN ERA EL CACHO? ERA UNO DE LOS MAGOS DE LA PIZZERÍA ABARNO - QUIZÁS QUIEN MÁS LO RECORDÓ FUE MI PALADAR - LOS ABARNO DEJARON RASTROS EN LA HISTORIA GASTRONÓMICA DE SALTO - PERSONALMENTE LO CONSIDERÉ UN BUEN TIPO - PARA EL RECUERDO DE LOS VETERANOS QUE GUSTAMOS AQUELLA PIZZA A CABALLO, GLORIA DE SUS VENTAS - LA MÁS DELICIOSA QUE PROBÉ - ESPERO QUE LOS VETERANOS SE ACUERDEN AQUELLAS COSAS BUENAS DE UN SALTO AL PASADO.”
LA PIZZERÍA ABARNO
Por Angel Frioni Longa
03/11/2005
Tengo alguna confusión con mis recuerdos, en cuanto cómo se desarrollaron los hechos. Es decir, la evocación que estoy haciendo de la pizzería es la de calles Brasil e Invernizzi esquina noreste.
No tengo la claridad necesaria y ubicación si este local fue de antes o después de la instalación en calle Uruguay, calculando que alguna neurona me este jugando alguna mala pasada, por falla en bujía o cable cortado. En fin, yo te cuento y tú después me la criticas.
Esa esquina que albergó el local de Ancap, por principios de los años 60 fueron las instalaciones de la pizzería de los Abarno, bajo la batuta del viejo y la colaboración del batallón que fue su descendencia.
Al que más recuerdo de los hijos, es al Macho-Macho, o alías Cacho, creo uno de mayores y “de confianza” en la fábrica, atención y otras yerbas. El carácter del Cacho, dicharachero, jodón, divertido, le decían la Mugre porque todos lo conocieron.
El local pequeño y está ubicado en una ochava con mucho vidrio. Con el horno y el mostrador adentro quedó poco lugar para los clientes. Para entonces ya tuvo una barra que noche a noche acompañó hasta pasada las 24h, dónde se quemaron las últimas pilas del día.
Mi juventud la hice a patacón por cuadra, pero más de una vez sintiendo las tripas pegar sus alaridos de hambre, ya sea de pasada, o la salida de un baile (a la cuadra están Chaná y Universitario), me acerqué al buen ambiente de los Abarno, sabiendo que siempre, pero siempre algún conocido o amigo pude encontrar.
La mercadería que ofreció: su plato principal, la pizza fue la mejor del ambiente, y no a la pala como en la mayoría de pizzerías hoy te vende. La esponjosa, con una deliciosa salsa y varios aditivos, engalanó el sabor. En los varios momentos que me llegan al consciente, recuerdo mis encuentros con el Golo, primo del viejo, soltero para esos años y vecino del barrio. Encendido cliente de la pizza además de gustos afines, charlar con mi primo, el mejor que tuve, se me hizo tan placentero como la “manducada”.
De otros varios concurrentes el “Oso”, al que conocí por el contacto con “minas” del ambiente resultó muy buen tipo, trajinador de la noche, una persona confiable y de buenas costumbres.
La madrugada de los domingos o lunes a salida de los bailes, que casi todos los fines de semana se organizaron en la zona, la “mersa” es mayor y más turbia. Seguro que muchos “mamado” de la ingestión en el salón del club, trajo casi siempre mucha “pesada” cambiando la tranquilidad de los otros días.
A veces un lío a trompadas y patadas con los borrachos a distancia prudente del local, motivó corridas, gritos, con saldos jodidos por los golpes recibidos. Yo fui testigo de casos donde la gente “tiró a matar” con sus manos, ocasionando serias lesiones al adversario.
Pero estos tristes momentos no opacaron el brillo de los Abarno, que sentaron en esa esquina un mojón para varios trasnochadores, que buscamos aparte de llenar “la panza”, encontrar gente y una buena charla con risas y “chantadas”.
Por el local de calle Uruguay no tengo muchos recuerdos, ya que por la forma de atención más generalizada, concurrí en pocas ocasiones, solamente en compañías formales o con mucha hambre me acercó al local.
De lo poco que recuerdo, que la calidad la mercadería ofrecida fue muy buena. Conseguir una mesa en los fines de semana cuestión hasta de suerte, ya que entre la ingesta y disfrutar del panorama, las sentaderas no quisieron levantar “el campamento”.
Decir Abarno es indicar las mejores pizzas de los años pasados. Una buena costumbre que lamentablemente no se prolongó en el tiempo.